martes, 30 de diciembre de 2008

PERSPECTIVAS




Hoy imaginaba que cierto día, aquel en el que las guerras no tengan cabida en nuestra sociedad, quizás podamos decir que la visión sobre la educación en los centros escolares según el país que sea, es la misma.

Esto viene a colación de la guerra que recientemente se vive entre Palestina e Israel, combaten por algo que no se bien si tendrá importancia para llevarse por delante tantas y tantas vidas, seguramente tendrá la importancia que quiera darle aquel, que sentado en su poltrona, mira desde su rincón seguro los movimientos, que a modo de tablero de ajedrez, se producen en su territorio. Yo quisiera poder preguntar si pensó en las consecuencias educativas que para los niños que se forman (por supuesto aquél que viva) y se maduran al cobijo de las balas y las bombas, no tendrán un fruto dañino y pernicioso para la sociedad futura. ¿Tanto valen esos trozos de terreno como para que se pueda hipotecar el futuro a tan largo plazo?

A veces educar en el territorio nacional, puede que lleven al olvido de aquellos que no tienen ni gozan de la tranquilidad de nuestras escuelas, pero considero que la educación debe llegar más allá del aula, debe seguir incluso cuando los dirigentes se olvidan de la tierra que pisan y vuelan con unas decisiones que afectan al pueblo llano. Deberían existir docentes para que si los dirigentes se elevan como cometas, sujetar fuerte el hilo que los une a la tierra y no dejar de recordarles, que están para evitar sufrimiento y poder ofrecer un mayor bienestar.

La labor educativa en los centros escolares, donde el país entero se encuentra en guerra, minimiza el sufrimiento al que están expuestos estos menores y sus familias, bien sean con hacerles olvidar por un momento la cruda realidad a la que son sometidos, pero antes se hubiera “educado” bien a los dirigentes, a esos que mandan con frialdad, o se les hubiera rodeado de asesores “buenos” (que no es igual que buenos asesores), quizás no hubiera que vendar los ojos a tantos inocentes. Todo en esta vida es cuestión de perspectiva.

jueves, 18 de diciembre de 2008

LA IMPORTANCIA DE LA SEGURIDAD VIAL


Teniendo en cuenta que el tráfico y la seguridad vial se presentan ante todos como un “mal necesario”, debemos enfocarla en dos aspectos que deberían relacionarse en las acciones formativas. La educación formal tiene un vacío que necesita rellenar con contenidos formativos relativos a la seguridad vial. No sólo es importante preparar a los alumnos para el futuro en cuanto a contenidos académicos necesarios a la hora de completar su currículum, son importantes por supuesto porque para ello asisten a los centros educativos, pero no lo son menos las aptitudes y actitudes ante el tráfico del que necesariamente formarán parte. Dicho de otro modo, hoy los accidentes de tráfico suponen una pérdida humana superior a las producidas por las enfermedades y a otros accidentes del tipo que sean, y lo peor que la gran mayoría de ellos son evitables porque el fallo humano acapara el 95% de las causas. Considerándolos una pandemia se hace conveniente acercar la realidad cuanto antes.

Cuando en los inicios de cada año se obtienen los balances de la accidentalidad en nuestras calles y carreteras, éstas continúan cobrándose demasiados muertos, por ejemplo:

4.029 ……………………… en el año 2003,
3.511 ………………………. en el año 2004,
3.332 ……………………… en el año 2005.
3.016 …………………….. En el año 2006.

Hay que actuar sobre el conductor y sobre el “futuro conductor”, el cual está formándose en clase, adquiriendo unos valores fundamentales para formalizar el currículum escolar y terminar los distintos ciclos formativos con mayor o menor éxito. Se necesita invertir mínimos esfuerzo en el presente para cosechar el fruto en el futuro, cuando los próximos conductores tengan asumido algo tan importante como el respeto a los demás y sobre todo a las normas que protegen la integridad de todos.

Muchos podrían pensar que el accidente es algo casual, fortuito, fruto del destino, que obedece al azar, que no depende de la voluntad de la persona y por tanto inevitable, pero cuando se piensa así existe un error tremendo. En realidad el accidente no es accidental, es controlable, es en muchas ocasiones el resultado de un proceso, una consecuencia de acciones equivocadas, por lo tanto es previsible y lo que es aun más importante, en muchos casos, ES EVITABLE y la educación es la herramienta más importante para lograrlo, nada de resultados a corto plazo, es necesario fomentarla y hacerla atractiva a los grupos escolares. Sembrar hoy significa recoger el fruto mañana.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

DISCRIMINACIÓN


No es cuestión de realizar críticas, pero parece mentira que en los tiempos que corren, puedan aparecer noticias tales como que el Secretario General de Escuelas Católicas (FERE-CECA y EyG), un tal Manuel de Castro haya reclamado a las Administraciones educativas igualdad de trato para todos los alumnos, independientemente de si se escolarizan en la escuela pública o en la concertada, así como la desaparición de todas las discriminaciones, que parten de la base de una deficiente financiación del módulo de concierto, que no cubre el coste real de la enseñanza. Las cuestiones externas de financiación y de ideología no deben interferir en el trato sobre el alumnado.

Una opinión personal sobre todo este entramado de discriminaciones por cualquiera que sea el motivo, me hace reflexionar de que estamos más atrasados de lo que pensamos, no deberían existir comentarios de este tipo, pero no porque sea algo que no deba erradicarse, por supuesto que si, considero que no deberían hacerse ni publicarse porque sería señal que no existe tal discriminación.

Que pena que se tenga que hablar de la discriminación, aunque sea para eliminarla, al nombrarla creo que se le da vida en cierto sentido. Es algo tan lógico y tan sabido que simplemente gastar recursos en algo tan obvio en lugar de otras cuestiones de mayor dificultad nos hace pensar lo atrasados que estamos. Seguramente llegará el día en que cuando nuestros descendientes miren hacia atrás y lean un artículo similar al que se cita al principio, por ejemplo relacionado con la creación de un observatorio para no discriminar al alumnado, comprenderán que en cuestiones sociales nunca estuvimos lo suficientemente avanzados.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

LA COMPETITIVIDAD


La construcción de una comunidad en sí tiene varias dificultades, la primera la propia relación entre las personas y por supuesto, que estas relaciones sean de cooperación, confianza y solidaridad. Aparentemente en los centros educativos se dan estas condiciones, porque tanto las personas van a coincidir en un espacio reducido donde necesariamente deberán relacionarse y el clima en el que se va a hacer se considera positivo.

Actualmente en cualquier sociedad lo que se practica y estimula son las relaciones de competitividad, que poco tiene que ver con la solidaridad y la unión entre personas, aparentemente se produce aislamiento y división.

Para pensar en positivo se necesita estimular la comunidad contemporánea y las relaciones de comunidad con un elemento que las distinga del resto de comunidades, una característica fundamental que la haga especial y no es otra que el “estado de ánimo”, o sea, la disposición o intención de hacer algo por parte de la persona, y que esto sea positivo. Si por el contrario la disposición previa o el estado de ánimo de los componentes de la comunidad rozan el abatimiento o tiene tintes de ser excesivamente competitivos, se caminará hacia un “destino fatal” que no es otra cosa que una situación común de aceptación resignada. Como si no pudieran controlar su futuro.

Como cualidad inherente al ser humano, el hombre necesita “hacer mundo con los otros que lo rodean”. Esto define la “comunidad de aprendizaje”.

Si los centros educativos son precisamente una comunidad de aprendizaje, entre todos deberemos incentivar los aspectos positivos y despreciar aquellos otros contrarios al espíritu de cooperación y solidaridad. Por tanto la competitividad parece ser una cualidad a erradicar para conseguir una mejora a corto y largo plazo.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Utopía o realidad


Tengo un hijo estudiando secundaria en un IES de Sevilla, es el lugar idílico donde llevar a cabo que su centro educativo funcione como una "comunidad de aprendizaje", en principio la teoría es válida al formarse grupos interactivos, una participación directa de la familia, personal voluntario para participar como ayuda de estos grupos etc.… Pero mi duda es llegar a saber si todo ello se lleva a la práctica, si por regla general ocurre en cualquiera de los IES que están salpicados por nuestra geografía.

La teoría es una cosa pero la práctica formal y real es otra, creo que las dificultades que pudieran existir para que todos y cada uno de nosotros participe en la medida de lo posible son muchas. Pero aun así tenemos que aportar, cada cual en su justa medida, lo mejor de nosotros en beneficio de la comunidad. El profesor, los padres, y cada uno de los que forman parte de la comunidad participan de la mejor forma dentro de sus posibilidades. Surge incluso una pregunta que seguro tiene fácil respuesta ¿es incluso el bedel del centro, en su parcela correspondiente, un miembro más de la colectividad donde realiza su aportación por mínima que sea? La respuesta es si.

Todo centro actúa como una comunidad de aprendizaje y dentro de éste, cada miembro también aporta por mínimo que sea y entre todos los participantes se produce una consecuencia en el momento que interrelacionan. Procuremos que todos y cada uno de nosotros ofrezca una participación positiva.

viernes, 5 de diciembre de 2008

Confianza a los alumnos



En un blog de internet relacionado con el mundo de la educación, pude leer la opinión de una persona cercana a la docencia y su razonamiento que induce, al menos, a pensar que algo falla o se encuentra incompleto.

Entiendo que dicha persona podría ser un alumno como yo y con un criterio totalmente distinto con el cual no comparto ciertos aspectos. En su comentario, lo que se puede entender al leerlo es que “las respuestas de los alumnos y sus opiniones, sean las que sean son válidas con la finalidad de que al menos el alumno emitan opinión”.

Este razonamiento parece lógico y muy cierto, pero según y como se produzcan dichos comentarios y las formas que adopte el alumno en su participación. Que esto ocurra en una clase complementaria de formación, donde se hable en tono coloquial y lo buscado sea la participación e integración del grupo parece adecuado, pero extenderlo al contenido de clases de peso como la de Lengua Castellana, Matemáticas, Conocimientos del Medio o cualquier otra asignatura que requiera rigor y concreción, cuanto menos, lo que produce es una deformación de la realidad y un flaco favor al alumno.

Por supuesto todo requiere un análisis más profundo y no precisamente por este humilde estudiante de pedagogía, aun así creo que un alumno emita un comentario y participe en clase es positivo, pero la participación con una falta de rigor, requiere la corrección en el acto por parte del docente. Esa corrección debe ser por supuesto exquisita y de la forma más conveniente y adecuada, sin malos modos o ridiculizaciones, deben tener una finalidad pedagógica positiva y no deben impedir la expresión libre de la clase, creo que la corrección debe dulcificar el fallo del alumno de una forma agradable y que le invite nuevamente a volver a expresarse.

Hay que hacerlo y tenemos que dejar que se expresen pero de la forma más adecuada.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Echar una mano


Las sesiones de clase deben tener un clima favorable para que se produzca el aprendizaje, y para favorecer este clima, necesariamente existe la obligación de todos los participantes de cumplir unas mínimas normas de convivencia que darán su fruto posterior. Los menos conflictivos se verán favorecidos por la tutorización de adultos o mayores que cuiden de la tranquilidad del ambiente, que con su sola presencia evitarán ciertos altercados y sobre todo promocionarán y estimularán la solidaridad, que es una actitud beneficiosa para todos.

Una gran ayuda a consolidar el clima óptimo para la docencia la podría ofrecer la asidua participación de adultos en aulas para que la conflictividad baje. También bajan las interrupciones de las clases y permiten un trato más personalizado a cada uno de los alumnos. En momentos puntuales de tensión pueden verse minimizados e incluso reducidos totalmente por la presencia de un adulto, como ejemplo podría citarse cualquier altercado tanto en el aula como fuera de ella dentro de las sesiones docentes (patio del recreo, servicios…).

Estos colaboradores siguen la pauta prevista por los profesores, que orientan la forma de proceder en el aula para agradar las actividades y facilitar su desarrollo dentro de las tareas previstas en cada sesión de clase. Por supuesto la participación no lo es a modo de clase normal con explicaciones y sesiones curriculares, lo son más quizás con intervenciones en talleres y formación de grupos de trabajo dentro del aula, con una labor clara que es la de “dinamizar” las actividades, pero no la de impartir las clases.