jueves, 4 de diciembre de 2008

Echar una mano


Las sesiones de clase deben tener un clima favorable para que se produzca el aprendizaje, y para favorecer este clima, necesariamente existe la obligación de todos los participantes de cumplir unas mínimas normas de convivencia que darán su fruto posterior. Los menos conflictivos se verán favorecidos por la tutorización de adultos o mayores que cuiden de la tranquilidad del ambiente, que con su sola presencia evitarán ciertos altercados y sobre todo promocionarán y estimularán la solidaridad, que es una actitud beneficiosa para todos.

Una gran ayuda a consolidar el clima óptimo para la docencia la podría ofrecer la asidua participación de adultos en aulas para que la conflictividad baje. También bajan las interrupciones de las clases y permiten un trato más personalizado a cada uno de los alumnos. En momentos puntuales de tensión pueden verse minimizados e incluso reducidos totalmente por la presencia de un adulto, como ejemplo podría citarse cualquier altercado tanto en el aula como fuera de ella dentro de las sesiones docentes (patio del recreo, servicios…).

Estos colaboradores siguen la pauta prevista por los profesores, que orientan la forma de proceder en el aula para agradar las actividades y facilitar su desarrollo dentro de las tareas previstas en cada sesión de clase. Por supuesto la participación no lo es a modo de clase normal con explicaciones y sesiones curriculares, lo son más quizás con intervenciones en talleres y formación de grupos de trabajo dentro del aula, con una labor clara que es la de “dinamizar” las actividades, pero no la de impartir las clases.

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